Nuestra Señora de la Asunción de Panamá. Así se
llamó la primera ciudad en el litoral pacífico del continente americano.
Fue Pedrarias
o Pedro Arias de Ávila, quien, el 15 de agosto
de 1519 fundó esta ciudad a orillas
del mar del Sur, avistado por Vasco Núñez de Balboa, el 25 de septiembre de
1513.
La
fecha escogida fue, en efecto, de trascendencia religiosa. Es la fiesta de
Nuestra Señora de la Asunción, entendida en el contexto de la Iglesia Católica, como una
celebración ligada a un dogma.
La costumbre
de los españoles era la de fundar ciudades y asignarles nombres conforme a la
fe cristiana que trajeron de Europa. Luego se trató de asimilar a los
originarios a las tradiciones y creencias de los europeos, pero no se logró del
todo. Muchos indígenas fueron masacrados, otros huyeron o murieron por las
enfermedades y los demás fueron sometidos. Los que restaban, se fueron al monte
o a la montaña, igual que harían los negros, después.
Pero
las razones de fondo de la constitución de esta ciudad, fueron más allá de la celebración de un dogma
religioso. Concurrieron las mismas inquietudes que originaron el viaje del Almirante a Oriente. Eso, más el deseo
sin límites de obtener la riqueza del sur del Nuevo Mundo, de donde se decía
que había oro en abundancia. Las condiciones de Santa María La Antigua del
Darién, la primera diócesis en el continente, una vez visto el nuevo mar,
impusieron esta realidad. Atrás quedaron Acla y los grupos originarios más
belicosos. La nueva ciudad ofrecía la abundancia de peces y la posibilidad de
alcanzar la gloria para España.
La meta original era llegar al Oriente por otra vía, ya que la ruta por Constantinopla se había complicado, tras su caída en 1453, propiciada por los otomanos. Las riquezas de Catay y las Molucas eran de extraordinaria valía para Europa. Si a eso se suman los metales preciosos como el oro, los del Viejo Continente tenían una gran labor por delante: encontrar un paso que les condujera a la fuente de aquellas riquezas. Tenían que adelantarse, los portugueses les seguían y las demás potencias, seguramente también ambicionaban lo mismo. Así, el tan anhelado paso lo concretaron en Panamá, una vez se descubrió el nuevo mar. De allí la importancia de la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá para los europeos. Este sería el punto del que partirían las expediciones hacia América del Sur, y de esta última y otras partes del Nuevo Mundo, se llevarían los españoles los productos y tesoros, como si fueran exquisitos manjares que se devoran celosamente.