martes, 15 de agosto de 2023

NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN DE PANAMÁ

CATEDRAL DE PANAMÁ VIEJO. FOTO: ERNESTO Mc NALLY. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN. ALL RIGHTS RESERVED.











Nuestra Señora de la Asunción de Panamá. Así se llamó la primera ciudad en el litoral pacífico del continente americano.

Fue Pedrarias o Pedro Arias de Ávila, quien, el 15 de agosto  de 1519  fundó esta ciudad a orillas del mar del Sur, avistado por Vasco Núñez de Balboa, el 25 de septiembre de 1513.

La fecha escogida fue, en efecto, de trascendencia religiosa. Es la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, entendida  en el contexto de la Iglesia Católica, como una celebración ligada a un dogma.

La costumbre de los españoles era la de fundar ciudades y asignarles nombres conforme a la fe cristiana que trajeron de Europa. Luego se trató de asimilar a los originarios a las tradiciones y creencias de los europeos, pero no se logró del todo. Muchos indígenas fueron masacrados, otros huyeron o murieron por las enfermedades y los demás fueron sometidos. Los que restaban, se fueron al monte o a la montaña, igual que harían los negros, después.  

Pero las razones de fondo   de la constitución de esta ciudad,  fueron más allá de la celebración de un dogma religioso. Concurrieron las mismas inquietudes que originaron el viaje del Almirante a Oriente. Eso, más el deseo sin límites de obtener la riqueza del sur del Nuevo Mundo, de donde se decía que había oro en abundancia. Las condiciones de Santa María La Antigua del Darién, la primera diócesis en el continente, una vez visto el nuevo mar, impusieron esta realidad. Atrás quedaron Acla y los grupos originarios más belicosos. La nueva ciudad ofrecía la abundancia de peces y la posibilidad de alcanzar la gloria para España.  

La  meta original era llegar al Oriente por otra vía, ya que la ruta por Constantinopla se había complicado, tras su caída en 1453, propiciada por los otomanos. Las riquezas de Catay y las Molucas eran de extraordinaria valía para Europa. Si a eso se suman los metales preciosos como el oro, los del Viejo Continente tenían una gran labor por delante: encontrar un paso que les condujera a la fuente de aquellas riquezas. Tenían que adelantarse, los portugueses les seguían y las demás potencias, seguramente también ambicionaban lo mismo. Así, el tan anhelado  paso lo concretaron en Panamá, una vez se descubrió el nuevo mar.  De allí la importancia de la ciudad de Nuestra  Señora de la Asunción de Panamá para los europeos. Este sería el punto del que partirían las expediciones hacia América del Sur, y de esta última y otras partes del Nuevo Mundo, se llevarían los españoles los productos y tesoros,  como si fueran exquisitos manjares que se devoran celosamente.  

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